Como casi todos sabéis el 27/28 de febrero y 1 de marzo 2015 se celebró en Jaraba el Encuentro Nacional de Yoga de la Aepy.
Esta vez no os voy a hacer un resumen de los talleres, sesiones, charlas y todo lo que sucedió allí, por varias razones: es demasiada información, no estuve en todo, y sobretodo porque los propios ponentes lo harán, mucho mejor que yo, en próximas revistas de la Aepy...
Si me gustaría hablar de lo especial que fue compartir ese mágico fin de semana con profesores de yoga venidos de todas partes, y en especial con los que fuimos de Darshana, como podéis ver en la foto eramos unos cuantos...
Algunos éramos ya viejos amigos mientras que otros tuvimos la oportunidad de conocernos en el encuentro. Convivimos con profesores y practicantes de todo tipo: jóvenes y veteranos, de distintas escuelas y partes del mundo, nuevos y de toda la vida, incluso pusimos cara a gente de la que habíamos oído hablar.
Cada persona que conocí, cada conversación, cada pequeño intercambio de ideas, emociones, palabras, pensamientos, y vivencias mereció la pena...
Salí diferente, aprendí muchas cosas, pero quizás lo que más me llegó en este encuentro fue esa pasión, con la que se hicieron las cosas. Esa motivación especial que ayuda a realizar las tareas sin esfuerzo, porque sabes que estás haciendo lo que tienes que hacer, lo que te gusta y se te da bien, aquello que haces desde el fondo del corazón. Esa pasión que, como profesores de yoga, nos ayuda a mantener esa práctica intensa y constante día tras día. En definitiva, ese fuego que conocemos como tapas y que pude sentir en organizadores, ponentes y participantes.